EDUCACIÓN FINANCIERA PARA UNA INCLUSIÓN FINANCIERA GENUINA: Retos, Estrategias y Perspectiva de Género

 



En Ecuador, la inclusión financiera se ha consolidado como un componente esencial para la reducción de desigualdades y el fomento del bienestar económico y social. Sin embargo, persisten brechas significativas en el acceso y uso de servicios financieros, especialmente para las mujeres, la población rural y otros grupos históricamente excluidos.

En este contexto, la educación financiera no puede limitarse a la transmisión de información técnica, sino que debe convertirse en una herramienta de empoderamiento, transformación social y ejercicio de derechos, en línea con lo que Paola Gutiérrez (2023) denomina un enfoque metodológico integral, con perspectiva de género y derechos.

Marco normativo y político en Ecuador

La apuesta por una educación financiera transformadora encuentra respaldo en la normativa vigente:

  • Resolución SEPS 172-2024: establece lineamientos obligatorios para que las Cooperativas de Ahorro y Crédito (COAC) implementen programas de educación financiera con pertinencia cultural, enfoque inclusivo y evaluación de impacto.
  • Política Nacional de Inclusión Financiera (PNIF, 2025): promueve la transversalización de género, el fortalecimiento de capacidades y la reducción de barreras territoriales.
  • Estrategia Nacional de Educación Financiera (ENIF 2023–2027): plantea metodologías participativas, centradas en el ser humano y con lenguaje accesible.
  • Agenda Nacional de Igualdad de Género (ANIG 2021–2025): orienta a las instituciones hacia la reducción de brechas estructurales de género en la economía.

Este marco obliga a las COAC a pasar de programas simbólicos a estrategias sostenibles, con resultados medibles en términos de equidad y bienestar.

Barreras estructurales para la inclusión financiera

Los debates del Foro FLACSO-Ecuador (2025) permiten identificar obstáculos que limitan una inclusión financiera genuina:

  • Internas a las COAC:
    • Escasa incorporación del enfoque de género en la gobernanza institucional.
    • Productos financieros estandarizados, sin diferenciación por género o territorio.
    • Baja capacitación del personal en inclusión y sesgos de género.
    • Subrepresentación femenina en órganos de decisión.
  • Externas:
    • Desigualdades territoriales: concentración de servicios en zonas urbanas.
    • Limitada alfabetización digital, especialmente en mujeres rurales y adultas mayores.
    • Estereotipos culturales que restringen la autonomía financiera femenina.
    • Débil articulación con redes comunitarias, ONGs y gobiernos locales.

Estas barreras demuestran que la inclusión financiera no es solo técnica, sino profundamente social y cultural.


Estrategias internas para las Cooperativas de Ahorro y Crédito

Con base en el Foro (2025), Jácome (2021) y la SEPS 172-2024, se destacan cinco ejes de acción:

  1. Cultura organizacional: transversalizar la equidad de género en la misión, visión, estatutos y políticas internas.
  2. Diagnóstico institucional: generar datos desagregados por sexo, edad y territorio para medir brechas y diseñar respuestas específicas.
  3. Formación y capacitación: sensibilizar al personal directivo y operativo en género, derechos y atención inclusiva, evitando sesgos en la oferta de servicios.
  4. Diseños curriculares adaptados: programas lúdicos, inclusivos y culturalmente pertinentes para mujeres, jóvenes, rurales e indígenas.
  5. Participación en gobernanza: incrementar la presencia de mujeres en comités y órganos de decisión para garantizar que su voz influya en políticas y productos.

Estrategias externas para fortalecer la inclusión

Las COAC, como actores comunitarios, requieren articularse con su entorno:

  • Alianzas estratégicas con ONGs, municipios, universidades, redes de mujeres y organismos internacionales.
  • Digitalización inclusiva, acompañada de alfabetización digital y capacitaciones prácticas.
  • Programas territorializados, que incorporen las realidades lingüísticas, culturales y socioeconómicas locales.
  • Metodologías participativas, que reconozcan los saberes previos de las mujeres y fomenten el aprendizaje horizontal.
  • Evaluación participativa, con retroalimentación directa de usuarias para rediseñar programas y medir impacto.


Perspectiva de género: un desafío pendiente

La investigación de Jácome y Cerda (2023) evidencia que el género es un determinante del acceso a servicios financieros en Ecuador:

  • Apenas el 43% de mujeres tiene una cuenta en el sistema financiero, frente al 60% de los hombres (SEPS, 2024).
  • Factores como el trabajo no remunerado, la brecha salarial y los roles tradicionales de género limitan la autonomía financiera femenina.

Por ello, los programas de educación financiera deben incluir contenidos sobre:

  • Derechos económicos y patrimoniales.
  • Prevención de violencia patrimonial.
  • Herramientas de planificación financiera familiar.
  • Liderazgo y empoderamiento económico.


Innovación y futuro de la inclusión financiera

El panorama futuro apunta a la integración de tecnologías y nuevas metodologías:

  • Fintech y microfinanzas inclusivas (Monsberger & Del Rosal, 2021): créditos digitales flexibles, billeteras electrónicas y microseguros accesibles.
  • Economía conductual aplicada: uso de incentivos y nudges para promover hábitos financieros saludables.
  • Indicadores de bienestar financiero: más allá del acceso, medir resiliencia, capacidad de ahorro e impacto en calidad de vida.

La innovación debe estar siempre alineada a la pertinencia cultural y social, evitando reproducir exclusiones digitales o territoriales.


Conclusiones

La inclusión financiera en Ecuador ha avanzado en la última década, pero sigue marcada por asimetrías estructurales que no se corrigen únicamente con ampliar la oferta de productos financieros. Las cifras y los testimonios del Foro FLACSO (2025) muestran que persisten barreras internas en las propias cooperativas desde la falta de enfoque de género en su gobernanza hasta políticas de crédito rígidas y externas, como la brecha digital, los estereotipos culturales y la ausencia de alianzas sostenidas.

Desde una mirada crítica, podemos señalar que:

  1. El riesgo de la “inclusión superficial”: Muchas instituciones reportan programas de educación financiera solo para cumplir con la normativa (SEPS 172-2024), sin garantizar procesos sostenidos, participativos y con indicadores reales de impacto. Esto genera inclusión aparente, pero no transformación.
  2. La tensión entre sostenibilidad y equidad: Las COAC enfrentan el desafío de equilibrar la rentabilidad financiera con la misión social cooperativa. Sin embargo, cuando la lógica del riesgo prevalece sobre el principio de solidaridad, se limitan las posibilidades de atender a mujeres rurales, jóvenes sin historial crediticio o personas en situación de vulnerabilidad.
  3. La deuda pendiente con el enfoque de género: A pesar de los avances normativos, el sistema financiero aún reproduce desigualdades de género. El acceso desigual al crédito y la baja participación de mujeres en órganos de decisión evidencian que la inclusión financiera no se traduce automáticamente en empoderamiento económico.
  4. El desafío de la digitalización inclusiva: La innovación fintech abre oportunidades, pero también puede profundizar brechas. La alfabetización digital y la confianza en los servicios electrónicos son condiciones indispensables para que las mujeres y comunidades rurales no queden excluidas de la modernización financiera.

En síntesis, la educación financiera no debe ser entendida como una herramienta neutra, sino como un proceso político, social y cultural que cuestiona las estructuras de poder y fomenta autonomía. Para lograr una inclusión genuina, las COAC deben:

  • Garantizar coherencia institucional: aplicar internamente los principios de equidad y participación que promueven hacia afuera.
  • Fortalecer la incidencia territorial: diseñar programas que respondan a contextos culturales y económicos diversos.
  • Apostar por una transformación de actitudes y prácticas: más allá del cumplimiento normativo, asumir la inclusión financiera como parte del ADN cooperativo.

Solo bajo este enfoque crítico, la educación financiera puede convertirse en una palanca real de desarrollo humano, empoderamiento y justicia social, y no en un requisito administrativo o un discurso vacío.

 

Referencias

  • Gutiérrez, P. (2023). Educación Financiera para el bienestar: Aproximación metodológica con enfoque de género y de derechos. FLACSO Ecuador.
  • Jácome, H. (2021). Inclusión Financiera en Ecuador: el cooperativismo de ahorro y crédito como alternativa. Santiago de Compostela: USC.
  • Jácome, H. & Cerda, C. (2023). El género como determinante para la inclusión financiera en el Ecuador para el año 2017. En: Desigualdades territoriales en la inclusión financiera y económica. USC.
  • Jácome-Estrella, H., Álvarez-Gamboa, J., & Cabrera-Barona, P. (2023). Territorial inequalities in financial inclusion: A comparative study between private banks and credit unions. Socio-Economic Planning Sciences, 101561.
  • Monsberger, R. J. & Del Rosal, V. (2021). El Futuro de la Inclusión Financiera: Tecnologías y Estrategias Fintech para Microfinanzas Inclusivas y Sustentables. DSIK.
  • Foro FLACSO-Ecuador (2025). Educación Financiera para la Inclusión económica y social.
  • Superintendencia de Economía Popular y Solidaria (SEPS). Resolución 172-2024.
  • ENIF (2023–2027). Estrategia Nacional de Educación Financiera.
  • PNIF (2025). Política Nacional de Inclusión Financiera.

 

👉 ¿Qué acciones concretas deberían priorizar las cooperativas para que la educación financiera no sea solo capacitación técnica, sino una herramienta real de empoderamiento y transformación social? 


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