Reinventarse: Cuando las emociones se apoderan de nosotros

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Todos nos enfrentamos en la vida a problemas y obstáculos ante los cuales muchas veces nos quedamos paralizados. Nos parece que un problema es irresoluble o que, simplemente, no tenemos el talento o la capacidad necesarios para encontrarle una solución.

Hoy en día, también hay muchas personas que han hecho lo posible para sacar adelante sus empresas, trabajos y vidas y que, derrota tras derrota, se sienten sin fuerzas para seguir adelante.

Ante ciertos retos, se nos nubla la mente, nos cuesta pensar con claridad mientras notamos que nos invade la angustia, se nos hace un nudo en el estómago y sentimos como si algo nos robara toda nuestra energía. Para que generemos nuestros propios estados de ansiedad es suficiente con que nos imaginemos que en el futuro van a aparecer problemas y que vamos a ser incapaces de resolverlos. La ansiedad es un estado de inquietud en el cual sufrimos en el presente por algo que ni siquiera sabemos con certeza que se va a manifestar en el futuro.

Todo ello hace que sea necesario conocer las profundidades de nuestro interior para comprender mejor de dónde surgen nuestras verdaderas limitaciones. Si queremos aumentar nuestra capacidad para resolver problemas y deseamos potenciar nuestra competencia a la hora de descubrir oportunidades, necesitamos aprender cómo transcender los límites que nuestra mente nos impone.

Cuando entendamos por qué actuamos como lo hacemos, podremos empezar a diseñar nuevas estrategias que nos permitan alcanzar lo que hasta ahora nos parecía inalcanzable. Es en este nuevo espacio de posibilidades donde afloran la creatividad, la sabiduría y la energía que transforman por completo nuestra experiencia, al traer una mayor serenidad, ilusión y confianza a nuestras vidas.

"Una persona que está bloqueada emocionalmente también está anulada intelectualmente".

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La supervivencia 


La supervivencia tiene mucho que ver con la capacidad de resolver problemas, tomar decisiones, afrontar obstáculos y aprender de los errores. Nuestra capacidad de observación y análisis, combinada con las facultades de la inteligencia, la memoria, la imaginación y la creatividad, constituye el sustrato que necesitamos para hacer frente con eficiencia a los desafíos que la vida nos presenta. Sin embargo, todas estas facultades y capacidades son de muy poca utilidad si frente a los retos nos llenamos de ansiedad o angustia.

Cuando las emociones como el miedo o la desesperanza se apoderan de nosotros, nuestro cerebro se queda “secuestrado” y nuestra inteligencia, ausente. Lo que hace irresoluble la mayor parte de los problemas no es su dificultad, sino nuestra sensación de pequeñez en el momento de hacerles frente. Por eso, la verdadera capacidad para resolver problemas de una manera creativa pasa por lograr que nuestro cerebro tenga el equilibrio necesario para funcionar de manera óptima y encontrar una alternativa de solución eficiente.

El cerebro humano se asemeja a un complejísimo ordenador capaz de hacer los cálculos más sorprendentes y encontrar las soluciones más innovadoras. Sin embargo, al igual que el ordenador funciona de acuerdo con un programa o software, nuestro cerebro responde también a un software situado en el plano de la mente. Un ordenador magnífico con un software mediocre genera resultados mediocres, igual que un cerebro excepcional con un software mental limitador únicamente produce procesos limitados.




Una vida nueva

Cuando, poco a poco, vamos trascendiendo nuestra identidad y ego, empezamos a tener una experiencia completamente diferente de nosotros mismos y de la realidad. Es como si durante toda nuestra vida nos hemos creído el personaje de una película. Cuando quedamos envueltos en uno de los personajes de la película, creemos que somos eso y nada más que eso; la identificación con nuestra personalidad es plena. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que en realidad somos el espectador que contempla la película, entonces nos estamos identificando con nuestra verdadera esencia.
Cuando trascendemos el personaje y nos encontramos con nuestra verdadera naturaleza, la distancia del drama es lo que nos permite mantener una serenidad y una ecuanimidad con independencia de lo que vemos en la pantalla. Por eso, hay personas que ante las circunstancias más duras no pierden ni su equilibrio ni su paz interior.

Las posibilidades que se abren cuando uno despierta a lo que es su verdadera naturaleza son múltiples:

·        Desde esta dimensión, se experimenta el dolor, pero no el sufrimiento. Hay un dolor cuando nos enfrentamos a una pérdida, pero no pensamos reiteradamente en ella hasta que nos arruine la vida.

·        En la nueva dimensión hay un desapego emocional: podemos experimentar la emoción, pero sin quedarnos atrapados en ella.

·        Percibimos la realidad de manera diferente y vemos muchas cosas que antes no podíamos ver.

·        Vemos la profunda interconexión de todo con todo y la ilusión de separación desaparece. Descubrimos que el daño que hacemos a los demás se vuelve contra nosotros.

·        Desaparece la ilusión del tiempo y solo existe un presente continuo de aquí y ahora.

·        Existe la libertad de elección porque hemos transcendido nuestros hábitos, reacciones automáticas, automatismos y patrones habituales de respuesta.

·        Tenemos la claridad para comprender el sufrimiento que acarrea vivir atrapado en el plano de la identidad y, por eso, sentimos una profunda compasión por el sufrimiento de los demás y tenemos una capacidad de perdón mayor.

·        El lenguaje es insuficiente para transmitir la experiencia de esta nueva dimensión: solamente podemos orientar hacia ella, tratar de explicarla y de describirla.

·        En la nueva dimensión experimentamos el amor incondicional, porque desde este ángulo solo percibimos la belleza de los otros, aunque en el plano de la identidad esta belleza se encuentre muchas veces oculta bajo capas de fealdad.

·        No existen las formas y, sin embargo, tenemos acceso a la capacidad de crear y manifestar todo tipo de formas en ese plano de la realidad en el que se mueve nuestra identidad.

·        Hay un nivel extraordinario de inteligencia y de sabiduría que hace y, por eso, existe un nivel de claridad incomprensible e inaccesible desde el plano de la identidad.

Cuando una persona deja de identificarse plenamente con su mente, pensamientos, juicios, valoraciones y emociones, comprende que es algo más, mucho más que sus ideas y opiniones. En esa nueva dimensión del espíritu, todas sus expresiones, su presencia, su semblante adquieren una cualidad diferente, y hasta lo más sencillo es transformado, no solo por lo que hace, sino sobre todo y fundamentalmente por cómo lo hace.

Cuando la dimensión del espíritu se hace realidad en nuestra consciencia, el mundo de lo no manifiesto, que no tiene forma, empieza a transformar nuestra personalidad. Todo esto tiene una enorme repercusión, no solo en cómo funcionan nuestros procesos mentales, sino también en cómo ello repercute en nuestro cuerpo. Muchas curaciones no comprendidas por la ciencia médica tienen que ver con la intervención de esta nueva dimensión desde la que surgen nuevas posibilidades y se pueden crear nuevas realidades.




Referencias: